Inés Martín Rodrigo

1 day ago | laopiniondemalaga.es | Inés Martín Rodrigo

Los muertos nos sobreviven. No envejecen. Se quedan anclados a la edad a la que fallecieron, eternamente. Niños, jóvenes, adultos o más viejos. Dejan de cumplir años. Todos. Nosotros, no. Cargamos con los nuestros, el tiempo que va transcurriendo, y con ellos, las ausencias, de las que estamos hechos, también la vida, pasada, presente y futura, en la que los difuntos siguen viviendo, nos acompañan, sin marchitarse, sí su recuerdo.

2 days ago | elperiodico.cat | Inés Martín Rodrigo

Quan va complir vuit anys, el seu pare va portar Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960) a veure un espectacle per a nens. A l’entrada, amb el tiquet, donaven el número per a una rifa que se celebraria durant la funció. Tots dos es van asseure i van esperar, pacients, que el pallasso fes el sorteig, el petit Daniel esperançat; tenia dues paperetes a les seves mans. Però quan va sortir el set, va resultar que una s’havia extraviat, el seu pare no sabia on l’havia posat, els havia caigut, potser.

3 days ago | diariodemallorca.es | Inés Martín Rodrigo

Los muertos nos sobreviven. No envejecen. Se quedan anclados a la edad a la que fallecieron, eternamente. Niños, jóvenes, adultos o más viejos. Dejan de cumplir años. Todos. Nosotros, no. Cargamos con los nuestros, el tiempo que va transcurriendo, y con ellos, las ausencias, de las que estamos hechos, también la vida, pasada, presente y futura, en la que los difuntos siguen viviendo, nos acompañan, sin marchitarse, sí su recuerdo.

3 days ago | elperiodico.com | Inés Martín Rodrigo

EntrevistaEl ‘fotógrafo de los escritores’ acude por primera vez a Sant Jordi invitado por ‘El Periódico’ para llevar a cabo una “travesura foto-literaria” en las calles de BarcelonaCuando cumplió 8 años, su padre llevó a Daniel Mordzinski (Buenos Aires, 1960) a ver un espectáculo para niños. En la entrada, con el tique, daban el número para una rifa que se celebraría durante la función.

5 days ago | sport.es | Inés Martín Rodrigo

Alegría. Es la palabra favorita de María Dueñas (Puertollano, 1964). Y, también, un sentimiento, el que desprende estos días su mirada, todo su rostro. Pese al ritmo frenético que la promoción añade a las apasionadas vidas de los escritores, su expresión es de júbilo, contenido y aun así evidente. Esa elección lingüística es una aspiración vital tan bonita, y sonora, como el término que la contiene. Se nota que la filología corre por las venas profesionales de esta autora "pausada que no para nunca".